\"Writing.Com
*Magnify*
SPONSORED LINKS
Printed from https://web1.writing.com/main/books/entry_id/1088060-Captulo-88---Atrapar-a-9-Volt
Rated: XGC · Book · Fanfiction · #2328963

Sigue la historia de la vida de esclava de Toadette, y ya tiene el fetiche por los pies.

<<< Previous · Entry List · Next >>>
#1088060 added April 26, 2025 at 11:21am
Restrictions: None
Capítulo 88 - Atrapar a 9-Volt
—¿Y ahora qué vamos a hacer? —preguntó Toadette mientras retiraba la batería del celular desechable y la partía por la mitad.

—Alrededor de Ciudad Neón no hay nada más que desierto infinito. Ese muchacho no va a ningún lado.

—Pero ¿cómo lo encontramos? Si no es tonto, ya sabe que lo estamos persiguiendo.

Toad mantuvo una sonrisa en el rostro, clavando la mirada en Toadette.

—Qué gran ayuda —se quejó ella.

—Relájate. ¿Sabes dónde estamos? —Toad la jaló hacia una acera abarrotada de gente—. Aquí no pasa ni un segundo sin que corra un nuevo chisme.

Toadette miraba el entorno, buscando cualquier rastro del chico, ansiosa por acelerar las cosas. La sola idea de perderlo de vista, aunque fuera una mínima posibilidad, la angustiaba. Sin embargo, Toad caminaba con calma por las animadas calles, como si fuera un guía turístico conduciendo a la turista más paranoica del mundo.

Pero en el fondo, sabía que este plan era arriesgado. Obtener información sobre dónde habían visto al chico sería posible, pero localizarlo en ese preciso momento sería mucho más difícil. Especialmente si 9-Volt estaba escondiéndose con atención.

Tendrían que atraerlo de su escondite. Pero no tenían idea de quién trabajaba para Wario.

Imitar a Kat y Ana era imposible. Y luego estaba la chica misteriosa, cuyo nombre era desconocido para los Toads. Era demasiado alta. Toad sólo soltó un suspiro resignado.

—¿Quieres tomar algo mientras estamos afuera?

—¿Y perder la concentración justo cuando más la necesito? —respondió ella.

—Estabas bastante alerta en ese festival a pesar de estar borracha.

Así pasó otro día en la vida de Toadette, siendo recordaba de esa terrible noche. A lo sumo, la Esencia Roja le daba valor cuando la situación se volvía extrema, pero esta persecución de 9-Volt no era lo suficientemente urgente como para darle ese mismo impulso. Su vida tendría que estar en peligro inminente.

—Está bien —dijo Toad, haciéndose a un lado en dirección a un bar—. Ese es tu problema. A mí me tendría que bajar un barril entero para perder un ápice de percepción.

—Si eres siquiera como yo, seguro te pones alegre con una sola botella.

—Pero no soy como tú. Soy mejor.

—Apenas. —Toadette lo empujó a un lado con el hombro, caminando delante de él—. Que te hagas el fuerte no significa que lo seas.

En ese instante Toad jaló a Toadette hacia el bar, arrastrándola a un taburete y golpeando la barra con la mano. Su cara estaba arrugada.

—¡Quiero un Vodka Chuckya en el vaso más grande y sucio que tengan!

Toadette jadeó mientras él atraía todas las miradas hacia la pareja de forasteros. Todavía llevaban puestos sus trajes completamente negros, lo que intensificaba el contraste con los clientes del bar, vestidos de manera mucho más profesional. Éste no era un bar de mala muerte, sino uno con clase, como lo demostraban los trajes que usaban los clientes.

El cantinero, un Olfiti con una túnica rosa, movió su boca con forma de boquilla.

—¿Un Vodka Chuckya?

—¿Acaso tartamudeé? —respondió Toad.

—Creo que sí —dijo Toadette, agarrándolo del hombro—. ¿Qué estás haciendo?

—¡Oigan, empiecen a preparar esa bebida de una vez!

—Tú quieres morir, muchacho —dijo un cliente, eructando—. Una simple pinta de esa cosa me mandó al hospital. Pasaron semanas tratando de salvar mi hígado.

Al escuchar esto, el agarre de Toadette se hizo más fuerte. Continuó tirando de Toad, pero bien podría haber estado intentando mover una roca. Él finalmente soltó un profundo suspiro, fulminándola con la mirada.

—Si vuelves a jalarme una vez más, mujer, te voy a dar una bofetada.

—Atrévete.

Ella soltó un chillido al caer al suelo. Justo cuando lo hacía, un vaso gigantesco fue empujado frente a Toad.

La bebida se sirvió en un tarro de dos litros. A pesar de ser claro, el mero olor a alcohol asfixiaba a Toadette. Era como si inhalara partículas de limpiador. Cualquiera que fuera el porcentaje de alcohol que contenía este Vodka Chuckya, no podía ser inferior al ochenta por ciento.

Toad se tronó los nudillos, observando a los clientes del bar con una sonrisa engreída.

—¡Salud! —gritó. Echó la cabeza hacia atrás y comenzó a engullir el alcohol amargo.

—¡Toma, toma, toma! —Los clientes comenzaron a chocar sus vasos contra las mesas en una melodía—. ¡Toma, toma, toma!

«Vomita, vomita, vomita», pensó Toadette, frotándose la mejilla dolorida.

Eventualmente Toad golpeó el vaso contra la barra y se aplaudió a sí mismo. Su aplauso fue recibido con el del resto de los hombres, que pasaron de sonar profesionales a sonar como los gamberros que uno esperaría en un bar. Sólo Toadette mantuvo su silencio, con las uñas clavándose en sus palmas. ¿Por qué no había intervenido y tirado el vaso de su mano? ¿Por qué le había permitido humillarla así?

—Jejeje… —Toad se giró hacia el cantinero, deslizando monedas sobre el mostrador—. Creo que quiero otro.

—¡Absolutamente no! —Toadette se levantó de un salto—. ¿Se te olvidó lo que se supone que debemos estar haciendo ahorita?

—¿Te refieres a pasar un buen rato, tonta? —Él le dio un golpecito en la nariz y se dirigió hacia un grupo de clientes—. Les digo, siempre es la esposa tratando de evitar que un hombre sea un hombre.

«Ni se te ocurra llamarme tu esposa después de esa bofetada», quería gritar Toadette.

—Acabo de llegar a esta ciudad, y ya estoy escuchando mierda sobre una pelea en una convención de nerds —continuó Toad—. ¿De qué carajos se trata?

—Sí, un evento de cómics que se celebraba en la calle Nova 146 —explicó un Koopa—. Sólo salió en las noticias un breve instante antes de que cortasen todas las cámaras, pero se veían a unos jovenzuelos dándose de golpes.

—Deben ser mágicos, pues ese lugar estaba plagado de policías, y no hay ni rastro de ellos —añadió otro Olfiti, rascándose la cabeza.

—Ah, permítame disentir. El muchachito con el casco pasó por aquí hace no mucho. También con mucha prisa.

—¿A dónde podría estar yendo? —Los ojos de Toad se abrieron de par en par—. No parece ser de por aquí.

—Si está huyendo, apostaría a que está esperando a que reanuden el transporte para poder escapar de la ciudad —dijo el Koopa—. Dicen que iba en dirección al Aeropuerto CN.

—Sí, no es como si fueran a recordar su cara una vez que se quite el casco. —El Olfiti bebió—. Estos jóvenes de hoy en día, ay, Dios mío…

—Bueno, si es que tiene una mamá a la que volver, ella va a estar furiosa —rió Toad.

Después de un poco más de charla, Toad arrastró a su «esposa» fuera del bar. Y ambos comenzaron a discutir como la pareja que aparentaban ser.

—Quieres parecer discreta, y aquí estás, gritándome —dijo Toad.

—¿De verdad no te importa lo humillante que fue eso para mí? —La cara de Toadette se puso aún más roja—. Insúltame en privado si quieres, ¡pero me dejaste como la amargada quejona!

—Estabas matando mi onda. Y las cosas las simplifiqué. Demostré que soy mucho más competente para tomar que tú, y conseguí la información que necesitábamos. Lo menos que podrías hacer es agradecerme.

—Sí, claro —se rió Toadette—. Gracias, Toad, ¡por darme una puta bofetada en un bar!

—No se van a acordar de nosotros.

—¡Pero yo sí me voy a acordar de eso siempre! —Se secó el ojo—. Si así es como tratarías a una esposa estando sobrio, no quiero ni pensar en cómo la tratarías si estuvieras borracho.

—La última vez que lo comprobé, yo soy el capitán aquí. Puede que sepas pelear, pero en todo lo demás, yo te llevo la delantera. Conoce tu posición.

Toadette gruñó.

—Guarda esa ira para cuando lo encontremos. Podría ser tan impredecible como esos…

—¿Esos qué?

Toad se congeló por unos segundos antes de tambalearse hacia atrás. Luego sacudió la cabeza, jadeando.

—Vaya… A ver, ¿vamos a buscarlo esta noche o mañana por la mañana?

—¿Por qué iríamos mañana? —preguntó Toadette, rodando los ojos—. El vodka ya te comió el cerebro.

—Me ha dado la fuerza para noquear a ese mocoso de un solo golpe. Podemos agarrar la estrella fácilmente después de eso. —Toad dejó escapar un suspiro antes de enderezar su postura—. De acuerdo, vamos al aeropuerto.

***


Minh estaba rodeada de cuatro latas de refresco vacías, sintiendo cómo la más mínima tensión abandonaba su cuerpo cuando el líquido le picó en la garganta.

Después de un mes en el lujoso hotel de Ciudad Champiñón, no se acostumbraba a la falta de comida de alta calidad, pero la comida oriental para llevar era suficiente para satisfacer su apetito grande. Apenas se detenía a respirar, obligándose a tragar cucharadas de arroz amarillo y pollo naranja. Era reconfortante.

Pero cada vez que miraba a su primita o a la hija de la princesa, la tensión regresaba en forma de un nudo en la garganta.

Sus dedos se crispaban cada vez que sonaba que alguien llamaba a la puerta. Sólo necesitaba un golpe agresivo, y las chicas que protegía serían descubiertas. Incluso si se lo merecieran, no podía arriesgarse a que la hija de Peach terminara en una celda.

Yasmín y Penélope no habían cruzado una sola palabra desde el incidente. Después de bañarse, yacían en camas separadas. Yasmín fingía dormir mientras Penélope jugaba con su DSi.

Minh no era la tutora de Penélope, pero sabía que tenía que hablar con Yasmín.

—Yas, ven acá. —Señaló la silla vacía en la pequeña mesa.

—¿De verdad necesitamos hacer esto ahora?

—¿No quieres que Penélope escuche? Está concentrada en su juego. Y sí, ahora mismo.

Con un suspiro, Yasmín se levantó de la cama. Ahora sólo miraba fijamente la superficie de la madera.

—¿Por qué? —le preguntó Minh.

—Mi amada hermana no me quería llevar a la convención que tanto le pedí. ¿Contenta?

—Sofí probablemente se negó porque literalmente no podía llevarte.

—Podría haberlo hecho. Pero no, hubiera sido demasiado caro.

—¿Caro? —Minh levantó una ceja—. Llegamos a esta ciudad con mi propia plata. No es barato, pero tampoco me hace pobre.

—Igual tendría que faltar a la escuela por eso, y ya sabes cómo se pone al respecto —gimió.

—Yas, casi te arrestan o te matan. ¿Por una convención? Si Sofí realmente tenía problemas con que fueras, deberías haberme llamado.

—¿Te perdiste la parte de la escuela?

—Como si tu asistencia no fuera ya imperfecta —suspiró—. Sofí tiene el título, pero ¿quién ha estado ganando las discusiones difíciles por años? De todos modos, sabes cómo nos ponemos cuando te escapas.

Yasmín cerró los puños, rechinando los dientes.

—¡Sabía que estaba bien!

—¡Yo no! —La voz de Minh sobresaltó a Yasmín—. No estaba pensando: «Oh, Yas probablemente está en una convención en el lejano oeste». Pensaba que te escapaste sin intención de volver a la casa. O peor.

Yasmín hundió la cabeza entre los brazos, sollozando. Minh esperaría el tiempo que fuera necesario para que la niña acabara de llorar, incluso si duraba muchos minutos. Los ojos de Yasmín estaban rojos, y su respiración era entrecortada.

—Sólo soy una hija problemática —sollozó—. Nunca debí haber nacido.

—¿Qué está pasando en casa que no sé?

—Nada.

—Eso es difícil de creer. Te quiero, Yas, ya la sabes. —Sólo decir esas palabras hizo que la reacción de Yasmín fuera más fuerte, y se abrazó a Minh. Minh la abrazó de vuelta—. Pero no puedo hacer nada si no eres honesta conmigo.

Con la negativa de Yasmín de responder, Minh volvía al puto de partida. Aún se preguntaba por qué Sofía no quería llevar a su hermana a la convención por motivos económicos. Después de todo, ¿no vivían ya en uno de los lugares más ricos? Sofía tenía dinero suficiente para gastar en ropa y maquillaje, ¿pero no para pagar otro vuelo? Y además, ¿por qué Sofía ni siquiera le había pedido ayuda a Minh?

Tantas preguntas, pero no podían ser respondidas. No esta noche.

—¿De verdad tengo que irme a casa? —preguntó Yasmín.

—Ya sabes que sí.

—¿Puedes al menos venir conmigo?

—Ni que tuviera otra opción —dijo Minh, levantándose y alzando la voz—. Ahora me voy a bañar. Mantengan las ventanas cerradas y no saquen un pie afuera. Que alguien las vea ahora mismo es peligroso. ¿Entendido?

Yasmín asintió con la cabeza.

—Díganlo en voz alta.

—Sí, Minh-Minh.

—La escucho, señorita T. Minh.

Minh respiró aliviada. Quizá la noche transcurriera sin sobresaltos, sobre todo si Toad y Toadette conseguían recoger la Estrella Etérea amarilla.

Se encerró en el baño, abriendo la llave de la regadera.

En cuanto Yasmín escuchó eso, tocó el hombro de Penélope.

—¡Vámonos!

—¿Cómo? —Penélope enarcó una ceja. Dio un respingo cuando Yasmín arrojó su DSi a un lado—. ¡Oye!

—Querías esa estrella, ¿verdad? Pues, ¿por qué no vamos a arrebatársela?

—La señorita Toadette y el capitán Toad ya están en eso. Y además, la señorita T. Minh nos acaba de decir que no salgamos afuera. Todavía nos pueden arrestar.

—Éste es el momento en el que más libres nos hemos sentido. —Yasmín hizo un mohín—. ¿No quieres mantener viva esa sensación, al menos por el resto de la noche?

—Quiero mantenerme fuera de problemas.

—Me voy. Necesito golpear la cara de ese chico por humillarme así.

Yasmín revisó el teléfono de Minh. Iba a llamar a Toadette, haciéndose pasar por Minh, pero había un mensaje en su pantalla de bloqueo. De parte del capitán Toad, decía: «Estaremos cerca del Aeropuerto CN, si no te hablamos». Yasmín sonrió, se calzó y comenzó a empujar la endeble cama del motel contra la puerta del baño, la cual estaba en una pequeña alcoba donde la cama impedía que se moviera.

Penélope esperó a que Yasmín se diera por vencida. Pero la chica de piel más oscura ya se dirigía hacia la entrada.

—Espera.

Con el corazón encogido, Penélope garabateó una nota para Minh.

Lo siento mucho, señorita T. Minh. Por favor, sepa que traté de decirle a Yas que se detuviera. Pero como ella tiene tantas ganas de pelear con ese chico, al menos puedo intentar mantenerla a salvo.


Yasmín arrastró a una perturbada Penélope fuera del motel, encogiéndose de hombros.

—No estés triste. Minh-Minh va a estar feliz cuando vea que conseguimos la estrella más rápido que sus amigos.

—Se preocupa mucho por ti.

—Lo sé. —Miró hacia abajo—. No estoy haciendo esto para lastimarla, sino por mí.

«Lo cual sigue lastimando a otras personas», quiso decir Penélope.

***


9-Volt estaba agazapado detrás de una pila de llantas, observando a la distancia a la policía y a los bomberos mientras registraban el Aeropuerto CN. Tiritaba, esforzándose por quedarse quieto y mantenerse caliente.

—Apúrense —murmuró—. Sé que no hay ninguna bomba ahí.

Por mucho que tuviera la tentación de llamar a alguien para que lo recogiera, Ciudad Diamante estaba tan lejos que sería en vano. Su mirada se posó en la Estrella Etérea que guardaba en su mochila.

—Esa chica ni siquiera debería saber de esta estrella. A menos que esté conectada con los que Mona se encontró.

—Si esta tal Mona es la que peleó contra nosotros en un volcán, tendrías razón.

9-Volt giró al escuchar esa voz. Toadette estaba a la vista, con las manos hechas puños. Entonces oyó un ruido detrás de él, y se volteó para ver a Toad, quien tenía en la mano su navaja.

El poco miedo que había llenado a 9-Volt se disipó rápidamente.

—La amenaza de bomba fue muy inteligente; les concedo eso. —Buscó en su bolsa—. Pero saben que no puedo simplemente darles la estrella.

—Esto puede ser fácil o difícil —dijo Toadette, lista para saltar sobre él—. No escojas la opción difícil como tus amigas ninjas.

Ella y Toad esperaban a que 9-Volt sacase algún tipo de arma. En cambio, sacó… ¿una máquina de videojuegos? Era un aparto rojo con unas piernas negras colgando torpemente. La sorpresa hizo que Toadette bajara la guardia, aunque Toad sospechó aún más.

—¿Nos retas a una partida de videojuegos? —Sonrió con sorna—. Quizás deberías sentarte, Toadette. Deja que los muchachos nos encarguemos de esto.

—Oh, yo no te obligaría a usar esto —respondió el pequeño, quitándose su enorme casco y atándose el aparto a la cabeza. Agarró el control—. Un debilucho como tú tendría dolores de cabeza en minutos. Pero yo…

Se oyó un pequeño sonido metálico, seguido del sonido de algo cargándose.



Toadette gritó cuando algo golpeó su abdomen. Era un láser rojo, uno que no solo picaba un poco. Abrió los ojos y se le aceleró la respiración cuando vio cómo se estiraba la sonrisa de 9-Volt.

—¿Qué fue eso? —preguntó Toad.

—El poder de un Virtual Boy desatado —declaró 9-Volt con orgullo—. ¡Espérense a que les muestre todas las funciones chidas de este clásico!

Toadette se apresuró a darle una patada.

En el segundo en que lo hizo, sintió un láser golpearla en la rodilla. Lo único que pudo hacer fue maldecir mientras volvía a esconderse entre las pilas de llantas y basura.

—Es inútil —se burló el chico—. Los únicos colores de esta cosa son rojo y negro, y cualquier persona va a ser roja por defecto.

«Genial. Así que tiene una especie de visión térmica».

Mientras Toadette se ocultaba, Toad optó por un enfoque más directo para enfrentarse a 9-Volt. Lo atacó con su navaje, apuntando al brazo del chico. Falló una vez, falló dos veces, pero la tercera vez dio en el blanco. 9-Volt instantáneamente usó su control para golpear a Toad en la barbilla, y luego presionó algunos botones.

Toad se vio empujado varios metros hacia atrás por lo que se sintió como una explosión gigante. Ahora estaba tan aturdido como Toadette.

—¿Pensaban que mentía sobre todas estas funciones? —se rió 9-Volt, creando un cohete rojo con estructura de alambre.

—¡Eso no puede ser! —jadeó Toad.

—Ah, si tan sólo Nintendo se hubiera dado cuenta del potencial bruto de esta consola—. Con sólo presionar un botón, 9-Volt mandó el cohete a Toad una vez más. Esta vez Toad bloqueó la explosión, aunque aún así salió rodando una larga distancia.

«Tiene fuerza, pero no es nada comparado con ser golpeado por munición real. Aún así, si nos desgasta, eso le da otra oportunidad para huir», pensó él.

—¡Toma! —Toadette salió de atrás, pateando a 9-Volt en la parte posterior de la cabeza.

Cayó hacia adelante, y Toadette puso su pie en su espalda. Aplicó tanta presión como pudo, esperando a que empezara a suplicar. Sin embargo, tan pronto como vio su mano derecha intentando presionar un botón, lo pisoteó.

—Gracias —dijo él.

Una explosión envió a Toadette a dar vueltas hacia Toad, haciendo que sus sombreros chocaran. 9-Volt se sacudió el polvo, con su sonrisa curva tan fuerte como siempre.

—Bueno, bueno… —Toadette respiró hondo—. No esperaba esto.

—Hijo de… —Toad comenzó a tambalearse al levantarse—. Solamente está jugando con nosotros.

—Es sólo cuestión de pegarlo bien.

—Sí… Claro, Toadette…

—¿Tú por qué hablas así?

—Estoy hablando normal… ¿De qué hablas? Vamos.

Entonces ella notó sus ojos, en particular cómo sus pupilas no se ajustaban a las varias luces. Soltó un gruñido.

—Idiota. Te dije que esa bebida iba a destrozarte el cerebro.

----------

Nota del autor:
Como he bebido alcohol por primera vez desde la infancia, no sé cómo la gente puede soportarlo. ¡Me quema demasiado la garganta!
© Copyright 2025 VanillaSoftArt (UN: vanillasoftart at Writing.Com). All rights reserved.
VanillaSoftArt has granted Writing.Com, its affiliates and its syndicates non-exclusive rights to display this work.
<<< Previous · Entry List · Next >>>
Printed from https://web1.writing.com/main/books/entry_id/1088060-Captulo-88---Atrapar-a-9-Volt