Cuando llegó Roberto a la parada la gente ya se estaba subiendo al autobús.
- Joder… que no voy a llegar… - Dijo Roberto de mal humor
De repente vio un coche que paraba al lado suya, en él se encontraba una madre joven, que debería tener unos 30 y tantos años y una niña de 5 años que tenía el uniforme del colegio.
La madre también debía llegar con el tiempo justo, así que Roberto aprovechó la oportunidad para acercarse a ella.
- Disculpe señora, ¿me podría decir la hora? - La preguntó Roberto mientras que se acercaba aún más a ella.
La señora miró el reloj mientras que salía su hija del coche y le contestó al hombre.
- Son las 7:50 - dijo la señora.
Mientras se lo decía, Roberto la toco y paso a su cuerpo mientras que la señora cogía la mochila de su hija.
Ya en su cuerpo se fue corriendo al autobús llevando a su “hija” de la mano. Cuando llegaron al bus, le dió la mochila a la niña y al tocarla para despedirse, paso a su cuerpo. Acto seguido la niña subió al autobús.
Decidió quedarse en su cuerpo unas cuantas paradas hasta que subió Álvaro. Cuando lo hizo, empezó a mirarle con una cara de muy pocos amigos y le siguió con la mirada hasta que se sentó en su asiento por la parte de atrás del autobús.
- Ya es hora de cambiar. - Murmuró Roberto en el cuerpo de la niña.
En la siguiente parada subió una chica de 17 años, alta, delgada y con cuerpo espléndido que muchos chicos fantasean, y pensó que podría ser perfecta para vigilar al mierda ese mientras disfrutaba de lo que quedaba de viaje.
Al pasar a su lado, Roberto la tocó la mano y pasó rápidamente a su cuerpo. Al hacerlo, en el rostro de María apareció una sonrisa maliciosa y siguió su camino a la parte final del autobús. Cuando pasó cerca de Álvaro, su mirada y su expresión cambió a una seria, como de poco amigos, del cual el chico se percató y se quedó mirando a María, algo intimidado.
Cuando llegó al asiento de María, Roberto se sentó e intentó hacerse pasar por ella en lo que quedaba de trayectoria al colegio.
Hablando con Estefania, una chica de la clase de María con la que solía compartir asiento en el autobús, Roberto descubrió que podía acceder a la memoria y los recuerdos de María, así que le resultó muy fácil hacerse pasar por ella el resto del viaje.
Cuando llegaron al colegio, Roberto decidió continuar un poco más de tiempo en el cuerpo de María, así que fue a la parte de atrás del colegio, la zona del descampado que solía ser el territorio de Roberto, a fumarse un cigarrillo mientras hacía tiempo hasta que empezara las clases.
Cuando llegó la hora de ir a clase Roberto decidió:
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