Acercándose al area donde la mayorÃa de sus compañeros pasaban el descanso, Miguel (ahora Susana) tenÃa bastantes ideas de que hacer con su nueva apariencia: Conseguir más y mejores fotos (como del baño de chicas, un lugar usualmente prohibido para él), hacerse pasar por ella para ver como es su vida o simplemente disfrutar de la libertad que traÃa el alejarse un rato de su vida en público.
Sin embargo, todos estos pensamientos se quedaron inconclusos cuando un brusco empujón lo trajo de vuelta a la realidad.
- Muevete!
- Perdón? - dijo Miguel, más sorprendido que otra cosa. Por suerte el choque no lo mandó al piso, aunque esto fue bastante milagroso considerando la corpulencia de Susana. Quizás era que al estar acostumbrado a un cuerpo más fuerte, la chica que él ahora era se veÃa más indefensa de lo normal?
- Ya me escuchaste, no tengo tiempo para tonterÃas - dijo la voz detrás suyo. Volteándose, descubrió que esta pertenecÃa a Fernanda, una de las chicas rudas del colegio. Ella tenÃa una mala reputación por saltarse clases seguido y no respetar a los profesores.
- Ah, lo siento - dijo, más sincero de lo que esperaba. Si bien Miguel no habÃa visto a Fernanda mucho (pues ella no era de las que lo fastidiaban en clase. Como iba a serlo? Entre ellos habÃan dos años de diferencia) no la recordaba tan alta e intimidante.
- ...Chiquilla inútil - terminó diciendo la delincuente, mientras se alejaba dejando a Miguel atrás.
La verdad el intercambio no habrÃa durado más de 5 segundos, pero en ellos Miguel se dio cuenta que si bien su plan era vengarse de los que lo fastidiaban y jugarle unas cuantas bromas a algunas chicas de su clase, no sabÃa mucho de los estudiantes de años superiores en su colegio. Esto generó interés por saber a donde iba Fernanda, y consecuentemente decidió seguirla.
Si bien el cuerpo de Susana tenÃa algunas desventajas, era claro que pasar desapercibido no era una de ellas. O quizás si? Otra vez, Miguel no sabÃa como se sentÃa Susana al respecto. Resolvió preguntárselo si en algún momento se le presentaba la oportunidad. Por ahora, sin embargo, tan solo trataba de no perder de vista a la mayor, quien subÃa escalera tras escalera como si su objetivo fuera el techo.
Finalmente Fernanda dejó de correr y avanzó a paso ligero como si hubiera llegado a su destino. Detrás de ella, la chica que todos conocÃan como Susana estaba roja del esfuerzo fÃsico, tratando de disimular los sonidos de su respiración como si quisiera esconderse. Nadie podrÃa saber que la verdadera Susana estaba en su salón de clase enfrascada en la última lectura requerida de su curso de Literatura.
"Vaya, retiro lo dicho, este cuerpo está fuera de forma" pensó Miguel, recobrando el aliento. Al observar sus alrededores se dio cuenta que esta persecución impromptu las llevó hasta el piso más alto de su edificio educativo. Si mal no recordaba, aquà solo venÃan los del grado más alto para usar la videoteca. Sin embargo es raro, pues la puerta de la misma estaba completamente cerrada, y la chica a la que perseguÃa no se dirigÃa en esa dirección.
- Fernanda! Llegas tarde, no creas que me he olvidado de la última vez. - dice alguien, molesto.
- Ah... lo siento Alejandro, tuve un pequeño retraso cerca a la entrada.
- No me importan tus retrasos. Ahora que estás aquÃ... estás lista? - la voz de hombre que provino de una parte escondida del pasillo del fondo no sonaba particularmente grave ni gruesa. Si le hubieras tenido que poner un cuerpo, serÃa el de un joven de universidad probablemente más intelectual que atlético.
- Obviamente, si no no hubiera venido, no crees?
- Eso es lo que me gusta de ti, aún cuando has metido la pata tienes esa chispa de perra indomitable.
Acercándote al borde de la pared logras espiar la silueta de un chico alto y delgado, aparentemente mayor que Fernanda pero no logras ver bien muchos rastros desde tu escondite. Estás más concentrado en mantenerte oculto que en ver lo que está pasando, pues en realidad estás aquà por pura curiosidad, pero si te atrapan las cosas se pueden poner feas.
Con algo de imaginación se te ocurre una idea genial. PodrÃas tomarle una foto al chico con tu reloj, y asà verlo más de cerca en tu pantalla. Con suerte hasta podrÃas incluir una foto de Fernanda, y matar dos pájaros de un tiro. El problema es que si te atrapan con el brazo extendido hacia ellos no sabes que puedan pensar.
Ahora que lo piensas, porque ya no están hablando? Escuchas un sonido de cierre que se abre, y por un momento parece que uno de los dos está agachado mientras que el otro mira con atención. Probablemente esta sea tu mejor chance de hacerlo.
Estiras un brazo y con la mano del otro, presionas el primer botón.